La impresión del ser humano. La precisión de la poesía.

La cerámica de Romero se llena de la poesía contemporánea de autores como Ángel González o Chantal Maillard. Escritas por el propio autor como un mantra, en espiral, como líneas de pequeñas hormigas de letras que siguen un camino, incluyendo a las figuras que transitan sobre ellas. La obra habla en silencio al observador, invitándolo a pararse y mirar e interpretar.

El ser humano no es preciso, o lo es en contadas ocasiones. Para un individuo natural dotado de sentimientos y arrebatos es complicado enfriar el corazón y acertar en la diana. Definitivamente, estamos “fabricados” para sentir con la mayor intensidad alegrías y horrores. Esta fragilidad (o fortaleza, según se mire) viene a mi cabeza cuando observo a los protagonistas de la obra de Cayetano Romero. El alma de sus personajes ha sido golpeada de manera definitiva, dejando en ellos una cicatriz con la que tendrán que aprender a convivir. Sus heridas, probablemente hayan sido causadas por esa falta de precisión o equilibrio que, como decía, nos caracteriza: reconocer el momento exacto en el que uno debe retirarse, abandonar, por ejemplo, no es fácil, pero hacerlo a tiempo nos puede ahorrar algunos dolores.

Por suerte, estos pequeños individuos encuentran consuelo y alivio. En la obra de Romero siempre hay espacio para la esperanza, un futuro que se fundamenta en dos pilares, éstos sí, muy precisos: tiempo y poesía. Aunque la percepción del tiempo siempre depende de quien lo experimenta, su transcurso actúa con precisión quirúrgica, borrando pesares y haciéndonos olvidar… “El dolor nunca es permanente”, enunció Santa Teresa de Jesús. El artista incorpora el tiempo en su obra cuando sus “hombrecillos” caminan por desfiladeros imposibles, corren o, en otras ocasiones, giran alrededor de un centro. Piensan mientras caminan y en esta acción “peripatética” o “aristotélica” algo se va desentrañando en su interior. La otra pata, la poesía, resulta fundamental en la obra de Cayetano Romero. Los pequeños habitantes de ésta recurren a la poesía como quien busca el ungüento exacto para sofocar la quemazón de la herida. Las palabras de Ángel González o los poemas musicales de Leonard Cohen han inspirado parte de su producción y suponen una vía de sanación para sus protagonistas. La poesía no deja de ser un espejo en el que uno proyecta sus inseguridades, miedos y miserias, el reflejo que éste nos devuelve son las inseguridades, miedos y miserias de otros. Y así es como el arte nos cura, nos restaña, nos salva.
Regina Pérez Castillo

Cayetano Romero es un artista onubense, pintor, escultor y ceramista. Fue profesor de la Escuela de Arte de San Telmo de Málaga. Desde pequeño se interesó por la alfarería y la poesía y cursó estudios de artes en Sevilla. Ha completado su formación en Barcelona e Italia y ha realizado numerosas exposiciones. En 2001 realizó la estatuilla, “la Biznaga” con la que se premia a los ganadores del Festival de Cine en Español de Málaga.